On how to be ecológicas in art
On How to Be Ecologicals in Art
©By Abdel Hernández San Juan
Caracas
  Aunque el tema ecológico está presente cada vez con mayor fuerza en la plástica venezolana, como en todas las formas del pensamiento social la ecología también ha propiciado lugares comunes, emblematismos y fraseologías. Estamos acostumbrados a escuchar la palabra ecología e inmediatamente pensar en la deforestación, el exterminio de especies animales y vegetales, la capa de ozono y los problemas de la biosfera. Como la crítica a la pobreza y sus ideologizaciones que ha terminado por anular su efecto de conmoción debido a su retórica, el repertorio de emblematismos ecológicos resulta tan fácil de manejar por todos que se presta a ser utilizado por grupos muchos de los cuales, o son esencialmente depredadores de la naturaleza, o no aplican sus críticas ecológicas a su propia naturaleza. Y es esta naturaleza propia, la naturaleza del hombre, la menos desarrollada socialmente con un enfoque ecológico. De lo que nos hemos enterado es de que tenemos que ser más ecológicos con lo que está afuera de nosotros, las plantas, los animales, la ciudad, la empresa, si no queremos perecer, pero no sabemos nada de cómo ser ecológicos con nosotros mismos. Es en estos dos sentidos que se orienta la muestra Agua de Ricardo Benaim, Leonor Antoni, Lihie Talmor, Nelson Garrido y otros artistas venezolanos. La muestra Agua consiste en una suerte de folleto ilustrado donde la palabra y la imagen traman ideas relacionadas con las conexiones estéticas, acústicas, morfológicas y energéticas del agua.  
   El agua  es vista  por los artistas como un sitio de profundas resonancias, como un lugar donde los lenguajes se hacen más intensos, más hondos, como ese espacio que en Marcel Duchamp, el autor de “El Gran Vidrio”, encontramos como la dimensión filosófica de las estructuras cristalinas. Pero Agua, muestra concebida por Benaim y enriquecida por otros artistas con sus propias obras, fue una muestra donde la búsqueda de lenguajes ecológicos se orientó hacia un refinamiento; una sutilización progresiva de las ecogramáticas. Los artistas concibieron esta muestra desde el principio como una suerte de performance, no en el sentido de un actor que actúa con su cuerpo en modo performático, sino por el carácter de obras basadas en juego libres de imaginación asociativa. Como había hecho una de las artistas participantes Leonor Antoni que había reunido en su taller cientos de objetos que recogía en la playa recolectándolos y coleccionándolas, para esta muestra los artistas comenzaron a reunir objetos encontrados, recuerdos, trozos de imágenes e iconos, objetos viejos, etc. e hicieron con ello, basándose en las posibilidades del computador de crear sonidos para las imágenes, una suerte de auditorio semiótico entre imágenes, palabras y sonidos. 
 Ellos trataban de escuchar lo que cada objeto les decía sobre el tiempo y sobre otros conceptos y trataban entonces de aprender la gramática de los elementos reunidos. Primero cada artista individualmente y luego en base a asociaciones imaginativas creaban espontáneamente entre los diversos signos hasta ir creando lenguajes y legibilidades. Estos juegos, donde el artista no premedita de una vez por todas lo que va a realizar, sino que se entrega a la vivacidad de la experiencia de creación en toda su complejidad intersubjetiva, recuerdan la obra musical de un músico como John Cage, que recortaba pedazos de piezas musicales, sonidos naturales y del medioambiente y creaba con ellos originales sinfonías. Lo más interesante, sin dudas, es que ninguno de estos objetos es definitivo, puede servir hoy para hacer estas o aquellas imágenes escaneados o servir como elemento, pero luego puede ser otro pues en última instancia de lo que se trata en esta muestra es de generar aprendizaje, se trata de obras aprendizaje. Como decía, al final los creadores realizaron un folleto en el cual conectaron la erótica desnuda de la palabra con las imágenes. En próximas muestras, probablemente más heurísticas que esta, los mismos artistas venezolanos relacionan la música con imágenes del cuerpo, el cuerpo con otras imágenes fotográficas y todo ello con la cibernética y los lenguajes de la computadora. Se aproximan pues, parodiando a los ecosonogramas que captan el movimiento del feto, a la realización de un tipo de obra que podríamos llamar, vistas sobre el monitor ecosonografos, mientras impresas sobre papel habría que buscarles otro nombre. 
 
Abdel Hernández San Juan 
Caracas, Venezuela 
Artículo Publicado en el Diario Economía Hoy  
Ilustrado con Imágenes de Obras de Leonor Antoni, Lihie Talmor, Nelson Garrido, María Clara Fernández y Ricardo Benahim  
Viernes 14 de Mayo de 1993
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