Parodies and ironies of a posmodern artdeco

 

Parodias e ironías de un Artdeco posmoderno
©By Abdel Hernandez San Juan
Caracas, Houston, New York

     Este ensayo en que me propongo discutir a Alejandro López y su arte solo es la complexión de una intención que me acompaña desde hace muchos años. Por un lado abarca el arte que vi en newyork durante un viaje desde Houston en el 2000, obras que iniciaba a hacer durante mi experiencia como emigrante en estados unidos, pero contempla también las obras que alejandro desarrollaba en caracas durante años antes en que vivimos la experiencia de ser emigrantes en Venezuela, de principios a fines de los noventas, no puede sin embargo excluir, por un lado, la discusión de dos obras que tuve oportunidad de ser yo mismo su curador y presentador en rice university en Houston, 1997 asi como las memorias que tengo del arte realizado por Alejandro antes en cuba.
    Entre estos tres momentos hay por supuesto diferencias, pero también puntos de relacion.
   Alejandro es uno de esos artistas que a pesar de esos cambios que de por si vivimos los emigrantes en nuestra conformación cultural como individuos, ha mantenido una unidad de estilo en el conjunto de su obra. Su obra visual y plástica presenta características complejas tanto desde el punto de vista de su forma, estética y estilo, como en el sentido de sus contenidos y conceptos. Esta complejidad, sin embargo, se resiste a ser abordada de un modo meramente descriptivo, asi como seria inabarcable desde una sola perspectiva requiriendo el análisis multiaspectualizado.
   Por un lado esta complejidad tiene una expresión física dada en sus dimensiones y en la nomenclatura de sus elementos.
   Se trata por lo general de obras de grandes dimensiones, en muchos casos que abarcan espacios tridimensionales, a la vez que compuestas por una multiplicidad de elementos físicos independientes relacionados entre sí que tienden a diseminar en las percepciones e impresiones del espectador un sentido de aquello que las cierra sobre sí mismas como un todo a la vez físico y autoral, algo que proviene de la insidencia que tuvo en su arte sus experiencias en el mundo del teatro.
   Por un lado, es preponderante en ella el diseñismo grafico en que se relacionan el texto y la imagen visual iconográfica, pero por otro lado, con frecuencia entran a jugar fotografías de el mismo usualmente vestido de una indumentaria inusual o teatralizada o bien su presencia física directa en un modo que a tenor del cuerpo y sus movimientos podría entenderse como performance.
   Dado, sin embargo, que con recurrencia ello viene acompañado por proyecciones sobre pantallas y el uso de tecnologías visuales y sonoras, se tiende a diluir la imagen del cuerpo en el performance en un sentido más amplio por un lado de multimedia y por el otro hasta de concierto teniendo en cuenta el uso explícito de composiciones musicales.
    Sin embargo, vendría a bien para un lector que no las ha visto en vivo, diferenciar tres modalidades, primero, obras gráficas bidimensionales en las que su imagen aparece solo en fotografías, segundo, obras en las cuales el componente de performance basado en lo que realiza su cuerpo es más preponderante que aquel multimedial basado en proyecciones, y finalmente estas últimas donde la pantalla prepondera a lo cual se agrega una música compuesta por el mismo generalmente aleatoria que recuerda en algo la música electroacústica o la composición con meros sonidos como en “arte del ruido”.
    Alejándonos de lo físico hacia lo estilístico y visual esta complejidad se expresa en un cierto abigarramiento o eclecticismo que por momentos sugiere en su arte un barroquismo. Cuando se trata de lo bidimensional toda la superficie del soporte suele quedar repleta de textos tipográficos en los que el diseño de la tipografía es estilizado y recreado en formas y en colores, asi como de imágenes visuales e iconográficas, y cuando se trata de obras que incluyen el espacio suele regir la simultaneidad de varios planos superpuestos en los que sincrónicamente están ocurriendo cosas distintas, movimientos del cuerpo y texto oral, proyecciones de imágenes en pantallas, sonido acústico, etc
   No se trata, sin embargo, de un eclecticismo o barroquismo como mero estilo propio.
   En ocasiones es difícil distinguir o separar hasta donde su propia personalidad creadora lleva consigo esta tendencia a lo abigarrado y hasta donde es una intencionalidad consciente. Pero lo cierto es que, sin dudas, si algún recurso es utilizado por Alejandro para comunicar el nivel del contenido y el concepto en sus obras, es precisamente el comentario intencional de lo estilístico lo cual requiere una cierta distancia implícita hacia lo estilístico donde no se quiere meramente expresar un estilo o hallar en este un medio de expresión, sino comentar los estilos atraves del estilo.
     Este hecho, que desde el punto de vista del arte, pudiera sugerir el tipo de distancia que de por si se ha adjudicado al posmodernismo visual frente a los estilos, por ejemplo, la recurrencia en la arquitectura a yuxtaponer o superponer referencias a estilos tipificados como distintos incluso de épocas diferentes superpuestos dentro de un mismo edificio, o en la música, cuando una pieza que pertenece a un género hace comentarios a otros géneros musicales como fragmentos que son llamados, adquiere en su arte, sin embargo, una dimensión en la que se quiere no solo comentar el arte desde el arte sino también comentar o llamar cuestiones relativas a la cultura que esos estilos en juego presuponen o evocan.
     Visto desde esta perspectiva, pudiera discutirse su arte en el sentido de figuras de lenguaje que han sido recurrentes en el posmodernismo tales como el pastiche, el remedo y el zurcido, donde una forma estilística se hace del tráfico con otras formas estilísticas reconocibles en la cultura visual respecto a las cuales la obra mantiene una equidistancia irónica y paródica, o bien se quiere comentar algún ademan o usanza cultural asociado a esa forma que la obra pone entre paréntesis o simplemente asimila en un modo en que la obra queda ella misma seducida por el estilo que comenta haciéndolo el suyo propio. Esto es en general una de las características del pastiche.
   Este juego doble de a la vez criticar y alagar, distanciarse y codearse, ha sido usual, por ejemplo, en las formas del posmodernismo que se han interesado en la cultura visual llamada popular como por ejemplo en Jeff kuns y en general en el llamado kitsch respecto al cual la obra posmoderna de alto arte quiere entrecomillar, ironizar o abrir preguntas, mientras por otro lado identificarse con determinados valores que se atribuyen a esa forma visual en la cultura la cual es admirada, exaltada o remarcada por determinados valores a los cuales de ningún otro modo podría haberse arribado sino solo por medio de reificaciones visuales e inventividades culturales no artísticas propias al gusto y la estética popular.
  En este sentido algunas obras de Alejandro pueden leerse por un lado como fascinadas por la tecnología multimedia del sintetizador, de la máquina de edición de sonidos electrónicos, del retroproyector digital de imágenes sobre la pantalla, por la pantalla y sus ilusionismos, mientras por otro lado, exacerban a tal punto el hecho de ser hechas en medios tecnológicos que no deja de percibirse en ellas un comentario distanciado hacia la misma cultura que está implícita en la fascinación con el mundo tecnológico llegando en ocasiones a moverse en un hilo muy sutil entre el mutimedia-performance en el modo por ejemplo de laury Anderson, y un arte que en realidad al mismo tiempo parodia todo ello como parafernalia kitsch, como aparataje montado, como teatro de una ilusión fetichista
  De este modo Alejandro se presenta a la vez como el actor-autor seducido y fascinado, pero también como el pepe grillo que está tomando hacia ello una distancia acentuando de tal modo las cosas que la espectacularidad tecnológica puede recordar con ironía el mundo del kitsch, el uso de vestuarios floripondeados, por ejemplo, como una alusión a los estereotipos y los clichés del caribe o lo caribeño ironizados, la utilización de gafas estrafalarias en ocasiones con motivos decorativos llevados a una extravagancia que se distancia del punk rock y otros géneros que al mismo tiempo incorpora, para en realidad comentar todo el mundo de lo cursi y los chicles, algo hecho sin embargo, como decía, no desde la perspectiva de una crítica ideológica de lo frívolo, sino desde la perspectiva intencionalmente ambivalente de una obra de alto arte que por un lado comenta esas formas culturales con ironía y parodia, pero por el otro quiere recuperar sus valores o exaltarlos y en esa medida se identifica con esa cultura que le sirve de motivo autopresentadose como entre comillas parte de ella o al menos parcialmente expresión suya en un sentido cultural más amplio.
    Ahora bien, cuando hablaba de complejidad, aludía anticipadamente a que no es posible abarcar todos los aspectos desde un solo Angulo. Es necesario enfocándonos en otros planos de las mismas obras no olvidar que alejándonos ahora de la mera forma y lo estilístico, al mismo tiempo se trata de obras que por lo general incluyen texto tanto oralmente pronunciado como gráficamente escrito y estos textos en su contenido distan mucho de referirse a los sentidos y significados que son deducibles del análisis indicial de las formas.
    De hecho, viéndolo desde los textos, un número significativo de las obras de Alejandro, tanto las gráficas bidimensionales, como las performaticas corporales y las multimediales, son casi todas comentarios a o despliegues en torno a determinados libros o conceptos.
     Por ejemplo, las dos muestras suyas que incluí en mi pequeña curaduría de arte venezolano contemporáneo y presente en rice university ocasión en la cual invitamos a tres cubanos, se enfocaban una en un libro de Talcon Parson sociólogo estado unidense fundador del funcionalismo en sociología y otra en el concepto de texto.
    La primera se titulaba La Gran Teoría y durante todo el desarrollo de la escena aparecía el leyendo varias cuartillas de un libro de Parson en un modo repetitivo y monótono, posiblemente La teoría de la acción social de Parson. Esta era entonces escuchada en la audiencia leída por esta especie de personaje teatralizado que Alejandro tiende a utilizar en su propia persona actoral el cual aparece sentado en forma de loto como los brahmanes religiosos o los budistas, encima de una silla desproporcionadamente alta en modo vertical capaz de hacer rozar a quien se siente en ella el sistema de iluminación del auditórium en el techo pero realizada la misma con motivos decorativos alusivos a formas culturales hindúes a la vez que sentado sobre aquella silla leyendo el libro de Parson quedando ambos envueltos por una humareda de varios colores espectacular como esas que se utilizan usualmente junto a la iluminación en los grandes conciertos.
    Tenemos en esta obra pues una extensión del juego paródico e irónico más allá del plano de un simple comentario del estilo respecto a los estilos vía forma, hacia todo el aparataje que se haya detrás de la idea de ser consumidor de una gran teoría como lector o de crearla, sin embargo, de nuevo como respecto al kitsch o la cultura popular en lo estilisco, también en una forma ambivalente en la que por un lado se toma una distancia crítica hacia ello, algo que me recuerda a mí la distancia que el posmodernismo en la teoría ha tomado hacia sí mismo, la relativización por ejemplo de la filosofía como literatura, o las ciencias sociales vistas como buenas para leer en el sentido del narcicismo del texto como meramente disfrutable, mientras por otro lado se hace de un modo en el que parece haber una fascinación de Alejandro hacia valores a su parecer rescatables en ello.
     Lo cierto es que hay a la vez una distancia critica vía ironía y parodia en conjunto con una identificación o exaltación respecto a sus motivos tematizados o aludidos como de otro modo he discutido algo similar aunque distinto en mi critica de la obra del chileno Arturo Duclos.
     Hay en este sentido en su obra una exaltación despampanante, utilizando esta palabra con el mismo sentido de aparataje, es decir, subrayando con ironía que sea despampanante o aparatoso, pero a la vez entregando sus sentidos como autor tanto como recabando en los espectadores una exacerbación del disfrute o el placer narcisista que puede haber hacia los valores de ello mismo resultando asi pues intencionalmente despampanante y aparatoso como mera revocación de un sentido del disfrute o de la lujuria del placer de algo que es divertido y atractivo a los sentidos.
    Sin embargo, esta característica, visible en su pieza La Gran Teoría, que presentamos en el hamman hall de la universidad de rice, se expresa de otra forma  en su obra El Texto: Unidad indestructible, que presentamos en el mismo auditórium donde algo similar se hace no alrededor de un autor y su libro, sino de un concepto en este caso el concepto mismo de texto o el texto como concepto, pero donde el acento recae sobre la proyección sobre una pantalla situada en el escenario de cientos de imágenes visuales yuxtapuestas como un collage o cinema aleatorio, mientras el se encuentra situado dentro de una fortaleza o castillo amurallada por la frase que titula la pieza, el texto: unidad indestructible, a la vez que dirigiéndose al público oralmente con su usual indumentaria.
   La complejidad adquiere formas diversas en muchas otras de sus obras
   Por un lado las obras realizadas en new york parecen llevar más allá lo explorado en rice university alejándose de la tematización de libros o conceptos, se trata en ellas de especies de parodias ambivalentes pero ahora exacerbadas hacia el universo de las maquinas, los robots y el ilusionismo de los efectos especiales como puede leerse discutida en la cultura del espectáculo cinematográfico de Hollywood asi como del musical ello si me enfoco en sus nuevas piezas que vi en new york en el 2000 asi como en anteproyectos de obras que he visto en CD-ROM digitalizados posteriores.
    Por otro lado, las obras realizadas en Caracas nos conducen a uno de los aspectos discutidos el puramente formal y estilístico, y sin embargo vertebral para entender el conjunto de su arte. En ellas se hace explícito a través del mero disfrute de Alejandro en términos del regodeo formal en el sentido del gusto la preponderancia regente que tiene en su arte lo puramente decorativo pero entendido en un sentido que sin dudas remite al ardeco donde hay una fascinación por la voluptuosidad de lo decorativo, obras que recuerdan por ejemplo la estilística de Lautrec y el diseñismo artdeco en general tanto en el diseño como en la arquitectura, el interés por los arabescos supraestilizados. Podríamos asi hablar, interpretando el conjunto de su arte desde estas piezas enfocadas en lo formal en sí mismo –en su mayoría pinturas sobre formatos bidimensionales--, de un Artdeco Electrónico: parodias e ironías en un Lautrec posmoderno
    Finalmente, en contraste con las obras de Caracas donde lo puramente formal de ese estilo paso al primer plano como placer estético, memorizando las realizadas antes en cuba aquellas nos aproximan a otros aspectos de esa complejidad requerida de una aproximación multiaspectual a que me refería, aspectos los cuales son también de interés para la lectura e interpretación de su arte.     
    Por un lado lo grafico bidimensional enfocado en la relacion entre el texto entendido como tipografía y lo visual iconográfico donde como decía aparece su imagen pero atraves de la fotografía, me refiero a sus obras El libro de Descartes y La producción simbólica ambas también desarrolladas como comentarios alrededor de libros, la primera a un libro de Descartes la segunda a uno de Néstor García Canclini del mismo título. En estas obras el grafismo, no sin cierto barroquismo ecléctico, recuerda en algo el grafismo en la vanguardia rusa sobre todo en el modo de usar el texto como imagen asi como por la preponderancia que adquiere en ellas el diseñismo. Este elemento, sin embargo, no es continuado luego ni en Caracas ni en Houston ni en new york, con excepción del hecho de que no deja nunca de continuar presente una imagen concebida casi como un logotipo diseñistico en su arte, la cual consiste bien vía auto fotografías de el mismo o bien vía modos de presentarse el en escena en usar un casco de constructor.
     La imagen del constructor sin embargo está expuesta a la misma ambivalencia antes analizada, algo respecto a lo cual se mantiene una distancia critica, paródica o irónica pero respecto a lo cual se quieren exaltar determinados valores ya que este casco tiene a su vez una estrafalaria luz en la punta y es acompañado de las gafas y el vestuario floripondiado a que me refería, especie de personaje cual en el teatro el cual por cierto nació en sus primeras obras en torno a ciertas lecturas que Alejandro hizo sobre el fetichismo en el psicoanálisis.
     De hecho, hay en toda la obra de Alejandro una cierta crítica aunque sutil y no ideológica del fetichismo y podríamos decir que si algo peculiariza su arte respecto a otras formas que han adquirido el pastiche, el remedo y el zurcido respecto a la cultura tanto como hacia los estilos en el posmodernismo visual es precisamente que su atención no está puesta solo sobre la idea de remedar textos de la cultura o crear pastiches con ellos, sino de explicitar también con esta ambivalencia a que me refiero cuán implícito es el fetichismo al arte en cualquiera de sus formas, algo de lo cual ningún artista puede escapar.
    El arte de Alejandro en este sentido es una discusión sobre el arte como una forma de fetichismo y trae con ella una cierta desilusión en el sentido apuntado por Boudrillard cuando decía que el arte contemporáneo es sumamente aburrido y genera cada vez más indiferencia. Esta desilusión que Boudrillard discute en Transaestetica y lleva luego a la cultura en cultura y simulacro podría entenderse como una exacerbación del hecho de que el arte presupone un fetichismo en el cual el mismo concepto de arte está encerrado sin salida posible al dilema.
     Me refería al inicio a que se trata de una complejidad en la cual tanto en el sentido de la forma como del contenido, no pocas de sus obras parecen difíciles de ser clausuradas desde afuera en términos del concepto de la unicidad de la obra de arte en benjamín, algo que también he referido respecto a Tania brugueras, pero que en Alejandro encuentra una complexión más enfocada quizás debido al hecho como decía antes de que sus experiencias en el teatro tanto con el grupo Buendía como en el campo de la escenografía, donde sostuvo una retroalimentación con Leandro soto, lo pusieron más al tanto de esa especie de suspicacia hacia la obra como un todo cerrado sobre sí mismo que es implícita por ejemplo al teatro de Brecht pero también a una modalidad de teatro que fascino a Alejandro en sus primeras obras, me refiero al llamado meta teatro, teatro del teatro o sobre el teatro, una modalidad de teatro que intenta fusionarse o diluirse en escenas en los espacios cotidianos de la ciudad o la sociedad.
     Ejemplos de este interés de Alejandro son, por un lado, una obra que presento durante uno de mis proyectos de aquellos años, precisamente llamada meta teatro y expuesta en el contexto de un carnaval en Holguín la cual consistía en el concepto de meta teatro escrito sobre un soporte situado en el mismo boulevard del carnaval llevando consigo mientras un libro de meta teatro, por el otro, una obra la cual, en un modo que considero original, pone en relacion los sentidos del sufijo “meta” en el teatro con sus acepciones en el conceptualismo en las artes visuales, me refiero a su exposición Meta Cero, en la cual la palabra meta cero estaba escrita con bombillos de luz fría repetidos muchas veces ocupando todas las paredes de la galería, mientras el sentado en una silla en medio de la galería ilustraba con los movimientos de su cuerpo esta relacion entre el teatro y lo visual, se trataba de una imagen alegórica consistente en un performance atraves del cual alejandro tenia grabada una voz en un grabador que llevaba colgado del cuello y esta voz le decía lo que tenía que hacer, le decía, ahora camina hacia adelante, y él se levantaba y caminaba, luego le decía, gira a la izquierda y el giraba, todo ello frente a los espectadores.
     Se trata según Alejandro me explicaba de algo que en el teatro es llamado un golem, especie de figura primigenia que nace del barro o de la tierra y a la cual como al niño se le enseña todo desde el principio y que representa la primera forma del actor en la relacion entre el texto que interpreta para la actuación y la relacion de los movimientos de su cuerpo con ese texto.
     De hecho, implícito a la idea de libreto, es cierto que lo que distingue aquello en que consisten los movimientos corporales que realiza un actor en escena en contraste con o respecto a los movimientos que realiza cualquiera con su cuerpo en la vida ordinaria, es que en el teatro esos movimientos no son los que ese cuerpo por sí mismo realizaría, sino aquellos que le indica el texto del libreto a seguir.
   Asi, actoralmente entendido, el golem simboliza el principio primigenio o básico mismo a través del cual se pasa de la relacion pauta-movimiento, pauta-acción, pauta-actuación en la realidad ordinaria de cualquier individuo no teatral, a la relacion texto-movimiento del cuerpo en la ficción del teatro, en la actuación dentro de aquel o dentro de un mundo simbólico en el cual las pautas del movimiento corporal son dadas por el texto que funciona como libreto, es decir, donde los movimientos del cuerpo no son los habituales en la vida o la realidad, sino los pautados por su libreto o representación prestablecida.
    Por otro lado, sin embargo, este interés en el golem, no deja de estar presente en su obra posterior, por un lado en la idea de un cuerpo que es movido como las maquinas por una instrucción que recibe desde otro lugar donde sus movimientos tienden a ser automáticos, --ello se hace explicito por ejemplo en el interés por lo robótico en las obras de new york donde alejandro aparece envuelto por una indumentaria o vestuario que parece un disfraz robótico--y por el otro en el interés que Alejandro presto a la psicología en los años posteriores a meta cero, no solo en el sentido a que me refería de un interés hacia lecturas sobre el fetichismo en el psicoanálisis, sino también hacia terapias como la hipnosis.
    De hecho, Alejandro presentaba a su personaje en aquel entonces como un supuesto parapsicólogo del arte, idea que luego abandono rápido para remplazarla por una idea más logotipica llamando a su personaje simplemente doctor A.
   Sin embargo, prevalece del teatro la idea de que sus obras siempre incluyan a esta especie de personaje en tanto ello en el trabajo grafico por ejemplo en el libro de Descartes se fusiona con la idea del performance como documentación fotográfica o del performance como fotografía, como de otro modo podemos ver en artistas que se autoretratan creando una especie de set o setting escénico tales como Marta Maria o Cirenaica
   Esta noción de set o setting escénico es además relevante en el arte de Alejandro no solo en el sentido de crear una fotografía de el mismo en un set preparado para ella como documentación, sino por la preponderancia en su modo de trabajar el artefacto y la visualidad de lo tridimensional en un modo que es más escenográfico que escultórico y donde lo instalativo en muchas de sus obras traslucen elementos de escenografía.
Referencias

Hernandez San Juan Abdel, Alejandro Lopez, series of lectures discussed at the rice media center lectures auditorium, A multimedia course, produced by transart foundation of Houston and rice university, film and tape recorded, transart foundation of Houston sounds collection, Houston, Texas, usa, 1997

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