The object as sign
The Object as sign
©By Abdel Hernandez San Juan
La problemática de cómo abordar el tema de los mercados entendidos como emplazamientos espaciales en los que se dan las dinámicas de trueque y transacción entre vendedores y compradores asi como donde se recorren los establecimientos en que se exponen y recorren las mercancías alimentarias y de otras esferas surte, según mi experiencia como curador de este tema en Venezuela en 1994 una variedad muy amplia de respuestas, desde artistas a quienes se les ocurre hacer instalaciones que se traigan hacia el museo de arte los signos, iconos e imágenes del mercado, hasta aquellos que de modos muy distintos entre sí se proponen incursionar sus piezas directamente en los espacios del mercado. El proyecto desarrollado en el mercado de Bilbao en España reviste en ese sentido características peculiares, ya que se crearon condiciones para que la exposición pudiera realizarse espacialmente hablando dentro del mismo mercado.
Quisiera en este sentido referirme a la obra desarrollada por Tamara que es la que conozco de lo desarrollado en aquella experiencia a través de su documentación.
Se trata de una instalación ambiental hecha con cajas plásticas del mercado recicladas la cual ocupa todo un área en relacion con la arquitectura estableciéndose en el espacio como una especie de cubículo con su adentro como si se tratara de una habitación, este espacio creado por tamara, debido a que las cajas son cajas caladas que tienen una trama o retícula, puede ser vista desde ambos lados, es decir, desde el interior de ese espacio mirando a través de los espacios calados hacia el mercado o a la inversa, el comprador, los vendedores o el espectador que camina por los espacios del mercado puede mirar a través de estos orificios hacia adentro, el espacio interior, sin embargo, establece una distinción que abre la pregunta de hasta qué punto ese espacio creado puede ser o no considerado parte de las espacialidades del mercado o debe ser considerado desde sus límites hacia a dentro una obra de arte cuya espacialidad transforma a cualesquiera visitante ipsofacto en espectadores de arte, el tránsito de una condición de itinerario para el que recorre sitúa el límite entre ser espectador en tanto consumidor de los bienes de consumo que se presentan en el mercado cuyas espacialidades de por usualmente radican en pacillos recorribles pero también en cubillos a los que se puede entrar, o ser espectador de algo que desde ese momento se inicia como intervención de arte, el espacio por cierto, está vacío, no contiene mercancías como en el resto del mercado, pero si acentúa respecto a aquel la idea de mirada, es decir, que en los mercados en los que usualmente mirar es una actividad continua, es remarcado por la obra como algo en sí mismo.
Pero lo interesante de la intervención de tamara no radica solo en la creación de este espacio donde las cajas mismas son las paredes del cubículo creado, sino que posteriormente a ello, con los elementos de las cajas en sí mismos tamara inicio una exploración basada en la deconstrucción de esas cajas tal como ellas son pero desplegándolas abiertas cual bidimensiones de arte. Esta búsqueda que va desde cajas que conservan sus motivos originales tal como ellos son, hasta otras que tamara interviene deconstruyendolas y llevándolas a la máxima síntesis como dibujos minimalistas, recuerda en algo las deconstrucciones de Picasso que se movían desde la representación realista de un modelo representacional, en específico su bien conocido ejemplo del dibujo realista del buey, hasta posteriormente el modo como atraves de la comprensión de los elementos sintéticos principales de sus líneas y formas, es transformada esa figura inicial en líneas muy simples que llegan a la abstracción, un poco mediante un procedimiento parecido, pero originalmente obtenido no del dibujo representacional del modelo, sino de la deconstrucción de un elementos como él es en sí mismo en los mercados, las cajas plásticas de envase y traslado de las mercancías, hacia su descomposición deconstructiva en líneas simples, recuerda en un modo que no deja de ser irónico respecto al par tradicional representacion-abstraccion, aquellas deconstrucciones de Picasso.
Lo interesante, sin embargo, como decía, implícito a esa ironía es que el par realismo-abstracción, no se delibera o dilucida entre la representación ilusoria del mercado entendido como un motivo reflejo y su posterior deconstrucción, sino de la relacion entre un elemento procedente de aquel mercado tomado exacto como él es, hacia su posterior deconstrucción, sin que intervenga el elemento representacional en términos reflejos por parte del modo en que la artista aborda el mercado en sentido visual.
Hay varias paradojas interesantes en esta búsqueda, por un lado, algo que he referido antes en mi ensayo cubismo y deconstrucción, las relaciones entre análisis y síntesis entendidas por lo que las vuelve capaces de trabajar en torno a un referente sin necesidad de representarlo en términos reflejos, aquí el concepto de referente o referencialidad, remplaza a los principios usuales de la denotación y la representación refleja, en vez de tomar al mercado como el referente de una representación refleja de la mirada según lo cual la obra simbólica resultante tendría que distinguirse entre sus signos y los objetos denotados por estos, aquí el objeto, usualmente entendido como referente, es transformado el mismo en signo, de modo que se crea un signo con el objeto o un objeto signo el cual tomado del mercado, las cajas plásticas mismas utilizadas en aquel, deviene desde la obra de arte en signo-objeto de sí mismo pero allá en el mercado, esta distinción no denotativa y no referencial, es sin embargo cognnotativa, ese mismo objeto tomado de lo que debería ser el referente y transformado en signo se refiere entonces paradójicamente a la mirada que es aquella según la cual la representación refleja habría de efectuarse.
De modo que la obra de tamara sobre este tema debe ser distinguida entre dos exploraciones distintas, una que remite a la deconstrucción en el sentido de transformar en una exploración reticular sobre la mirada del referente, el objeto mismo tomado de aquel mundo o universo que debería ser representado, las cajas del mercado transformadas dentro de este mismo en un cubículo o habitación desde la cual se puede mirar hacia el mercado y mirar desde este hacia su interior, en tanto, las experimentaciones con la cajas extraídas del mercado pero no expuestas ya en aquel nos conducen a la relacion análisis-síntesis deconstrucción a que me refería antes, respecto a lo cual resalta una minimalista pieza expuesta por tamara en la residencia artista por artista en la habana una de cuyas más sobrecogedoras y atractivas características, además de su belleza, es el modo tan sencillo en que la pieza, que al verse expuesta impresiona por su riqueza, belleza y complejidad visual, es recogida al desmotar de las paredes estos elementos ya mínimos de material plástico de cajas, la pieza se transforma en un grupo de pequeñas y ligeras piezas de plástico.
Esta noción del objeto-signo donde el primero supuesto de ser el referente deviene el mismo el signo, entrecomillando en cierto modo el principio tradicional en la semiótica de que el signo remplaza al objeto como sustituto de aquel, es explorado aquí en el sentido inverso, el objeto adquiere el lugar del signo remplazando a este último o transformándose el mismo en signo de sí mismo y de otra cosa, donde se anulan la denotación y la representación reflejas en tanto pasa al primer plano la connotación, ello nos remite sin embargo, al mismo tiempo, y desde otra perspectiva que no deja de ser simbólica para comprender el modo en que debemos entender sus dos formas explorativas, el cubículo o habitación instalado en el mismo mercado cuyo elemento principal estriba en transformar esa instalación reticular en una exploración sobre la mirada misma, y las cajas desconstructivas expuestas fuera del mercado, remiten paradójicamente a otro concepto en la semiótica, surgido sobre todo de la semiótica del arte, el concepto de lenguaje objeto, el mismo se refiere al hecho de que la obras de arte cuando son objeto de la crítica semiótica son ellas mismas un lenguaje que tiene a su vez como lenguaje sus objetos es decir que a diferencia de la representación usual un objeto es el mismo lenguaje y por lo tanto sujeto y al mismo tiempo tiene el también sus objetos.
Aunque no se trata de lo mismo desde el momento en que las cajas del mercado no son ellas en sí mismas obras de arte que fueran ellas por ellas mismas signos creados con una intencionalidad expresiva o comunicativa, su exploración sobre el mercado, tanto aquella en Bilbao como luego las cajas como dibujos, si recuerda algunos principios básicos que definen al lenguaje objeto como el hecho por ejemplo de que el objeto que debía ser el referente remplace al signo deviniendo el mismo en signo cual ocurre con la obra de arte signo ella misma respecto a alguna realidad de sentido o representación. Desde este punto de vista su exploración remite al hecho, que he discutido en otro lado, de que los lenguajes objetos como problemática en general pueden ser discutidos en la cultura en un sentido más amplio que aquel que únicamente los remite a las obras de arte.
Referencias
Hernandez San Juan Abdel, Cubismo y Deconstrucción
Comentarios
Publicar un comentario